Transexualidad (del libro "Somos nuestro cerebro" de Dick Swaab)

Capítulo del libro Somos nuestro cerebro (2014) de Dick Swaab dedicado a la transexualidad.

Los transexuales están convencidos de haber nacido en un cuerpo del otro sexo y hacen todo cuanto pueden, o casi, para cambiar de sexo. Esto sucede gradualmente, primero viviendo con el rol social del otro sexo y tomando hormonas, y después sometiéndose a una serie de intervenciones quirúrgicas de las que sólo un 0,4% se arrepiente más tarde. El primero que se preocupó de las necesidades de los transexuales fue el endocrinólogo y farmacólogo Otto M. de Vaal, que desde 1965 los ayudaba gratuitamente porque consideraba que su salario de docente en la Universidad de Ámsterdam se lo permitía. El genderteam de la Universidad Libre (VUmc), el centro médico universitario de Ámsterdan, tuvo a continuación un papel pionero, primero bajo la dirección del profesor Louis Gooren y actualmente bajo la de la profesora Peggy Cohen-Kettenis. Es curioso, porque en la Biblia -el VUmc tiene orígenes protestantes-, en el Duteronomio 22, 5-6, se afirma: <<La mujer no vestirá ropa de hombre, ni el hombre se pondrá ropa de mujer, porque cualquiera que hace esto es abominación al Señor, tu Dios>>. Desde 1975, unas tres mil quinientas personas se han sometido a un cambio de sexo en ese centro. La primera vez que entré en contacto con este tema fue como estudiante de medicina en los años sesenta. Coen van Emde Boas, catedrático de sexología y amigo de mis padres, entró un día en el aula del departamento de Obstetricia y Ginecología acompañado de un hombre barbudo. En un departamente como aquél no esperábamos tener a un hombre como sujeto de estudio. Pero resultó ser genéticamente una mujer, un transexual de mujer a hombre. Me impresionó profundamente y me hizo pensar en el posible mecanismo que había detrás.

La transexualidad de varón a mujer (VaM) se produce en un caso de cada mil varones, mientras que la transexualidad de mujer a varón (MaV), en un caso de cada treinta mil mujeres. Los problemas de género se expresan tempranamente en el desarrollo. Las madres describen cómo desde el momento en que su hijo pudo hablar quería vestir las ropas y los zapatos de su madre, sólo estaba interesado en juguetes de niñas y las prefería a ellas como compañeras de juego. Pero no todos los niños con problemas de género quieren cambiar de sexo posteriormente. Si es necesario, puede demorarse un poco la pubertad con ayuda de inhibidores hormonales para ganar un tiempo adicional antes de tomar la decisión de someterse o no a un tratamiento.

Todos los datos indican que los problemas de género se originan en el útero. Se han hallado pequeños cambios en los genes involucrados en el efecto de las hormonas en el desarrollo cerebral, lo que aumenta las probabilidades de transexualidad. También los niveles anormales de hormonas en el feto y algunos medicamentos que la madre toma durante la gestación y que alteran el catabolismo de las hormonas sexuales pueden aumentar la probabilidad de que desarrolle transexualidad. La diferenciación sexual de los órganos genitales se produce en los primeros meses de embarazo, y la diferenciación sexual del cerebro en la segunda mitad. Dado que ambos procesos tienen lugar en momentos distintos, existe la teoría de que en la transexualidad estos procesos se ven influenciados independientemente el uno del otro. Si esto fuese verdad, esperaríamos ver estructuras de mujer en los varones transexuales (VaM), y viceversa en los transexuales de MaV. Efectivamente, en 1995 observamos una inversión de la diferenciación genérica en una pequeña estructura en el cerebro de un donante fallecido. Publicamos los resultados en la revista Nature. Se trataba del núcleo derecho de la estría terminal (NLET), una estructura cerebral involucrada en muchos aspectos del comportamiento sexual (figuras 9 y 10). La parte central de este núcleo, el NLET, es el doble de grande en los hombres y contiene el doble de neuronas comparado con el de las mujeres. En los transexuales de varón a mujer hallamos un NLET femenino. El único caso de transexual de mujer a varón que pudimos estudiar -este material es aún más escaso que el cerebro de un transexual VaM- tenía efectivamente un NLET masculino. Eso nos permitió excluir que la inversión de la diferenciación sexual en los transexuales fuera causada por un cambio de los niveles hormonales en la adultez. Por lo tanto, la inversión debía de haber tenido lugar durante el desarrollo. Cuando un investigador publica por fin algo interesante, el comentario más agradable que los colegas pueden imaginar es: <<Esos resultados deben ser confirmados primero por un grupo de investigación independiente>>. Puede tardar bastante tiempo, dado que yo he necesitado veinte años para poder reunir el material cerebral para este estudio. Por eso me alegró mucho al enterarme de que el grupo de Ivanka Savic en Estocolmo publicó un estudio basado en escáneres cerebrales funcionales de transexuales VaM vivos. Todavía no se habían sometido a ninguna operación quirúrgica ni habían empezado a tomar hormonas. Fueron estimulados con feromonas masculinas y femeninas, olores que se perciben inconscientemente. Estos olores producen diferentes patrones de estimulación en el hipotálamo y otras regiones del cerebro en hombres y mujeres control. El patrón de estimulación en trasexuales de VaM quedaba en un estado intermedio del observado en los hombres y en las mujeres.

El año pasado, Ramachandran presentó una interesante hipótesis y los resultados preliminares de su investigación sobre la transexualidad. Su idea es que en los transexuales de varón a mujer falta la representación del pene en la corteza cerebral, y en los transexuales de mujer a varón la zona de los senos no se habría fijado durante el desarrollo en la corteza cerebral; por ese motivo, no se consideran esos órganos como "propios" y desean librarse de ellos. Por consiguiente, todo indica que, en los estadios tempranos del desarrollo, la diferenciación sexual del cerebro se produce atípicamente en los transexuales y no son <<simplemente>> psicóticos, como se atrevió a afirmar recientemente un psiquiatra de Limburgo. Por otra parte, antes de iniciar cualquier tratamiento, se ha de estar completamente seguro de que el deseo de cambiar de sexo no se deba a una psicosis, como ha sucedido en casos de esquizofrenia, depresiones bipolares y trastornos severos de la personalidad.

Figura 9. Junto al ventrículo lateral (1) se halla en núcleo del lecho de la estría terminal (NLET), una pequeña área cerebral importante para el comportamiento sexual.

Figura 10. La parte central del núcleo del lecho de la estría terminal (NLET) (ver figura 9 para su localización) es el doble de grande en los varones (A, C), y contiene el doble de neuronas que en las mujeres (B). En los transexuales de VaM encontramos un NLET femenino (D). El único caso de transexual de MaV que pudimos estudiar -este material es aún más escaso que el cerebro de un transexual de VaM- tenía efectivamente un NLET masculino. Esta inversión de la diferencia sexual en los transexuales coincide con su identidad de género (el sentimiento de ser hombre o mujer) y no con el sexo cromosómico, o el sexo que figura en su certificado de nacimiento. VL = ventrículo lateral. NLETm = parte media del NLET (J.-N Zhou et al., Nature, 378, pp. 68-70, 1995)

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